Antología

Antología de mis poemas

BÓVEDA CELESTE

Tanta la claridad.
Tan corto el día.
Quito a la noche
horas de luz radiantes
para no malgastar
este prístino azul
que me entregaste.

 

Cubro con él mi habitación secreta,
jardín del puro cielo navegable
donde a solas dispongo
el mapa que dibujan
con asombro tus ojos ancestrales,
la brújula marina de tus pasos.
En mi delirio
–escuadra y cartabón–,
me lanzo a la conquista
de un nuevo mes de abril indemostrable.

De Luz de mediodía

FEBRERO

A Alberto Torés

 

En este crudo invierno
que me empapa los huesos como esponja,
temporal de levante
y su viento que airado
ha llenado el salón de la memoria
de mil nubes y grises desconciertos,
de tardes apagadas
como tímida luz
que vive en los armarios,
de un sol condenado sin remisión
a cruel apostasía,
en este mes cobarde, traicionero,
que todo empequeñece,
agrieta y desordena,
sólo queda un motivo para el canto:
dar cuenta del silencio en que me hundo.

De Relojes de arena

ENCUENTROS

Y casi siempre es así, por esas paradojas de la existencia,
una persona que apenas te conoce te
desvela más de ti que todos los que te
rodean de continuo, es su mirada limpia
y clara la que ve en ti lo que nadie, ni tú
mismo, has visto. Es ella la que te descubre
que no necesitas seguir fingiendo,
que el papel que representabas no tiene
sentido, ella la que te anuncia, con unas
simples palabras, un cambio de rumbo,
y sientes la tranquilidad de saber que hay
seres que alumbran como faros, que podrás
elegir en el futuro seguir o no la senda que
señalan pero siempre te harán bien, porque
con otra claridad han iluminado los pasos
que hasta hallarlos habías dado e inevitablemente
te detendrás a pensar hacia donde encaminar la
nave que gobiernas, sólo que ahora llevarás puesta
una sonrisa distinta, repleta de la felicidad del
encuentro, pintada de un horizonte nuevo y sin
máscaras que oculten la alegría de ser grumete y
timonel de tu propio naufragio. Acaso la felicidad
sea tener uno de estos encuentros que el azar nos
brinda cuando nos es propicio y se pone,
tercamente, de nuestro lado.

De Luz de mediodía

INCOGNITAS

Antes era un enigma irresoluble,
una torpe ecuación condicionada,
pero cuando viniste,
me despejaste en pleno
con tu sabiduría,
se ha vuelto una constante
mi esperanza, una variable aleatoria
esta alegría. A falta de dudas
que ofrecerte, ando
buscando entre mis versos
un axioma capaz de interesarte,
los valores exactos de mi vida.

De Luz de mediodía

OLVIDO

Te dediqué versos alegres
como puntos de luz y de calor
en medio del invierno,
celebré en tu nombre, musa mía,
un festín de palabras
que aún cantan tu hermosura,
pero ahora he dejado de escribirte,
lo hago para mí,
aunque no recordaba
cuánta tristeza cabe
en un poema.

De Memoria de la herida

LUZ DE TARDE OTOÑAL

Como la luz
de esta tarde de otoño
que duda entre
refulgir o apagarse,
así soy yo,
que no sé si amarte
o extinguirme.

De La trama de los días

BALANZA

El insolente discurrir del tiempo
cual río navegable
donde no he de bañarme
nunca más de una vez
y el cansancio perpetuo
que a menudo confundo
con la desgana de seguir viviendo,
y en el otro platillo
ese mar impasible y vitalista,
el abrazo sereno de Manuel,
la luz de tu mirada
que me recuerda siempre
que la belleza existe,
tus manos volanderas
que me entregan su tacto insobornable,
las palabras que no son suficientes,
pero ayudan, con su eco,
a inclinar la balanza.

De La trama de los días

TE SIENTO

Eres viento en las velas de mi alma,
agua que sacia mi sed
de náufrago perpetuo,
aroma que endulza mi existencia
con sabor a chocolate,
luz que ilumina mis pasos
con su gracia,
por eso te siento poderosa
y tu abrazo me protege de la noche
y al tiempo sé cuan frágil
puedes ser en tu hermosura,
tiemblo de frío si te alejas
y tiemblo, de amor, cuando te acercas,
cuando no estás me cubren los otoños
más si llegas florecen las esquinas
donde todo es posible,
porque tu ser encuentra
los dones de la vida
que me entregan tus ojos
y tus manos mensajeras
anunciando el delirio
de sentirme querido
con la fuerza de una estrella
que bajó hasta mi lado
un mes de Primavera.

De Jardín y laberinto

NOSTALGIA

Ellos jugaban con aviones y el mundo era invierno.
Tu vestido bailaba con las sombras
pero yo no aprendí tu cariño.
Esta tarde te evoco divino planisferio
(suena un chelo con Bach al fondo)
mientras me cubre la nostalgia de estudiante insatisfecho.

El deseo –sempiterno– renueva su pacto de diablo
con tu ausencia
y aguijonea mi mente olvidadiza.

Pero yo no aprendí tu cariño
y olvidé hace tiempo
la risa los pasos los besos los abrazos.
Terca punzada sólo vienen a mí
nocturnas las tangibles formas de tu cuerpo.

Acumulo calendarios siglos venideros
en la certeza –ya habrás muerto–
de esta pervivencia más allá contra
todo pronóstico o futuro adivinable
cartas postales hogueras colinas
caducas y postreras.

Llama a la memoria
este amasijo de cartílagos etéreos
prisión de remos bogando en lontananza
indecible tristeza de cigüeña.

Sombreros rojos pañuelos corbatas
gaviotas muertas en la plaza,
sobre el horizonte velas
la mañana.

De Siluetas del azar

GRAMÁTICA INTERNA

Vuestros nombres encierran
los mil significados
que tenían las cosas,
el poder de la magia
que transmutaba en tardes
memorables de luna
cualquier día de marzo
repleto de los tristes
idiomas sin lenguaje
que siembra el aguacero.
Si los evoco ahora
es porque necesito
de su fuerza secreta
para seguir sintiendo
que nada se ha perdido para siempre
mientras estén presentes
de uno u otro modo.
Ellos son testimonio
certero del naufragio
en que transcurre toda mi existencia.
Restos que pueblan
las islas solitarias
donde habitan los otros
que fui, cuando os nombraba.

De Con terquedad de astro

AMORES INCONSTANTES

Cómo andar la ciudad
si cada esquina
es una llaga abierta,
un agravio al recuerdo
de lugares y seres
que fueron el paisaje
donde crecimos.

Cómo andar la ciudad
si cada calle
es lanza, flecha
que nos hiere esquiva
y cada plaza
es un desierto
que grita las ausencias
de aquellos que pusieron
su nombre junto al nuestro
en la memoria.

Aunque la amamos
se nos ha vuelto extraña
la ciudad que nos hizo
ser como somos,
amantes de los parques, las esquinas
las calles, los puertos,
las plazas, los amigos.

Aunque la amamos
y envejecimos juntos,
más que hacerla nuestra,
la cubrió nuestro olvido.

De Con terquedad de astro

ISLA EN EL PÁRAMO

¿Qué conocemos de otros sino gestos
o palabras que engañan con su brillo?
A veces el espacio no es un pozo
pero siempre dibuja laberintos.
Cada hombre, una torre solitaria
rodeada de bosques sin caminos.
Una isla remota indescifrable
oculta por los mares infinitos.
Se nos cansa la vida dando vueltas
al misterio que es uno y compartido.
¿Llegarán nuestros sueños tan callados,
tras el frágil viaje de los hilos,
a encontrarse desnudos, frente a frente,
ya rotas las distancias, los abismos?
¿O seremos en medio de los campos
ese árbol perdido entre los trigos,
el pájaro ausente de memoria
que olvida las señas de su nido?
Condenados nacemos a este juego
de hallar en los espejos el destino.
Cristales que jamás traspasaremos,
prisión tejida por nosotros mismos.

De Dardos en la pared

EL PASEANTE

A Rilke

Habitaste la suerte
que el azar entrega
en medio de un viaje
sin rumbo ni frontera.
Ese sueño imposible,
oculto en la maleza
que forman las palabras,
buscaste entre las piedras
donde rompe el abismo
que la ciudad desea.
El fondo de ti mismo
más algunas certezas
hallaste entre la bruma
de luz que nos rodea.
Acaso alguna vez
tu figura extranjera
se alza junto a extraños
cruzando la alameda.
Te saludo de lejos.
Nadie me contesta.
Sombra de un fantasma
que el viento se lleva.

Publicado en la revista Puente Nuevo

ARIADNA

De la cadencia de tu paso griego
de mujer infinita,
de tus ojos profundos como una caracola
que me hablan de cielos
y de mares turquesas
sin moverme del sitio,
de la hondura y misterio
de tu mano y tu hilo
que sacude mi sangre
con la sangre de siglos,
de lo ya descubierto,
del futuro impreciso,
de aquello que seremos
de la tarde que fuimos,
de tu risa constante cual faro luminoso,
canción inagotable
que en mi anhelo persigo,
de las luces que dejas en tu brillo de estrella
al borde del camino donde siempre te espero
y que se abre en mil flores
de un jardín ondulante
entre dunas y mirtos,
de tu piel en mi piel, sibila celebrante
del deseo y su rito,
de los sueños perennes
donde cada mañana
cada instante revivo
de hermosura indeleble
vencedor del olvido,
del temblor de las ramas de tu ser más secreto
de tu pelo cometa
de tu vientre divino
de los dones y prendas que te adornan el cuerpo
y fundaron tu mito,
como fuente imposible
que ha brotado de pronto
sacando de mi encierro lo mejor de mí mismo,
de ti salen palabras

que en silencio me entregas
y que yo te devuelvo
musa mía,
porque así lo quisiste,
abrazando lo escrito.

De Jardín y laberinto